Hijos: Simplificando que es gerundio, hijos y tiempos
He escrito “tiempos” en plural porque la vida se constituye con retazos de tiempos: tiempo lúdico, tiempo de descanso, tiempo de relaciones, tiempo de trabajo, de sueño, tiempo de soledad, tiempo de estar en babia…
Pero a menudo los tiempos se nos acumulan, se solapan, se frenetizan. El tiempo laboral devora a los demás y no me refiero sólo a las horas de presencia en el trabajo, hay que incluir también los tiempos de traslados ya sea a pie, en transporte público o privado y todas las horas que nuestra mente está ocupada con el monotema laboral aunque ya no estemos trabajando.
Cuando una persona sólo piensa en el trabajo o en trabajar, cuando va todo el día acelerada y se muestra irritable y nerviosa, cuando a pesar de la fatiga le cuesta conciliar el sueño, es posible que esa persona sufra estrés, el tan cacareado “estrés”, palabra importada que podemos definir como una sensación de impotencia y de cansancio extremo ante la cantidad de cosas que se considera que hay que hacer y la falta de tiempo para ejecutarlas.
Dice Natalie Goldberg que el estrés es un estado de ignorancia. Parte del supuesto de que todo es una emergencia. Evidentemente, todo no es importante ni urgente; hay que aprender a priorizar. Y priorizar rima con simplificar. Simplificar supone practicar la “toma de decisiones” . Ordenar, escoger, tirar, organizarse, comporta haber tomado previamente una serie de decisiones. Y para tomar decisiones tenemos que priorizar, es decir, aclarar y establecer jerarquías. “En este momento o esta tarde lo más importante es…”
En la relación con los hijos, el tiempo de dedicación se convierte en un tiempo enriquecedor no sólo para los niños sino también para los progenitores. Para encontrar ese tiempo será útil simplificar trabajos, enseres, conductas y gestos cotidianos que faciliten la vida. ¿Cuáles? Cada uno puede elaborar una lista, anotando estorbos y molestias, quedándose con lo verdaderamente necesario. Y luego si se vive en pareja, confrontar la lista para llegar a acuerdos, involucrando también a los hijos si tienen la edad adecuada para participar.
Una buena relación con los hijos va en paralelo a tener una buena relación consigo mismo. Encontrar tiempos para pasear, estar en babia, practicar algún deporte, disfrutar de tiempos de soledad, aunque sean cortos, ayudan a sentirse más tranquilo y relajado y con más capacidad para convivir en paz con los demás.
Decía Marie Curie que la vida no merece que nos compliquemos tanto; nos lo decía una mujer trabajadora, tenaz y valiente que seguramente tuvo que priorizar, simplificar y organizarse mucho para conseguir llegar dónde llegó.
Saborear los tiempos cotidianos, pensar que hay en mi vida tiempo y espacio suficientes para hacer lo que necesito, es una buena manera de autoanimarse. Y es también una estupenda manera de dar ejemplo de vida a nuestros hijos.
Libros de Natalie Goldberg
Mercedes Escribano Berga
Maestra y Psicopedagoga